Fantasma de Porfirio Díaz en la marcha antiAmlo, en CDMX

Fantasma de Porfirio Díaz en la marcha antiAmlo, en CDMX

+Al grito “democracia sí, dictadura no”, unas 40 mil personas critican su consulta popular sobre el nuevo aeropuerto

+Amargo regalo de cumpleaños del presidente electo dos días antes de festejar 65 años

+El 1 de diciembre asumirá el cargo ante la nación

+”Ni fifís, ni chairos, todos somos mexicanos”, consigna generalizada en cientos de pancartas

Ciudad de México, 12 de noviembre (CÍRCULO DIGITAL/MENSAJE POLÍTICO).- Al grito “democracia si, tiranía no”, el presidente electo de México y recibió, adelantado, un amargo regalo de cumpleaños. Cerca de 40 mil  personas manifestaron en contra de Andrés Manuel López Obrador. Este  miércoles cumplirá 65 años y 16 días después asumirá el poder.

Cifras oficiales estimaron en cinco mil 500 los asistentes a la movilización, cantidad que provocó desconcierto en redes sociales. Arrancó a las 11:10 de la mañana y la retaguardia lo hizo media hora después. Desde la altura de la Torre Latinoamericana se atisbaba el mar de gente hasta avenida reforma. Casi dos kilómetros. Otros iban sobre las banquetas. Insólito: El saldo fue blanco. Salvo una mujer asaltada.

Autodenominada –por sus promotores–  “Marcha Fifí”, pidió un México por la democracia legítima y clamó por que no haya consultas simuladas, ni autoritarismo, ni intereses políticos, ni particulares.  Y respaldó la continuidad del NAIM, por el “crecimiento de México, no su retroceso”.

Su cancelación, en 30 por ciento de obra, significó la pérdida de 45 mil empleos y 80 mil millones de pesos. El cálculo total de la construcción rondaba los 300 mil millones de pesos.

Está programada una segunda marcha. Se realizaría el próximo 2 de diciembre a las 11 de la mañana y haría el mismo trayecto: Ángel-Zócalo. Un día antes López Obrador tomará protesta como presidente de México.

Bajo el abrazador sol veraniego, poco más de dos horas duró la marcha de cuatro kilómetros del Ángel de la independencia a la plancha del Zócalo donde apareció el fantasma del dictador Porfirio Díaz. Sobre las aceras, un ejército de vendedores ambulantes, limosneros, drogadictos e indigentes miró pasar el río humano.

Lanzaron arengas y consignas. Vestidos en su mayoría con ropa negra, símbolo de luto nacional, criticaron la “amañada consulta popular”. El pasado 29 de octubre, AMLO anunció oficialmente la mudanza del Nuevo Aeropuerto Internacional de la ciudad de México, en Texcoco –magna obra del presidente Enrique Peña Nieto–, a la base militar de Santa Lucia.

La etiqueta de #MarchaFifi se colocó inmediatamente como trending topic en el país. Hubo comentarios a favor como en contra. En tanto, en Ciudad de México tuvo impacto inmediato en Twitter donde se compartieron miles de publicaciones sobre esta marcha.

“Prefiero Texcoco, que un viejo loco”, detonó otro grito dirigido el mandatario electo.  Hubo fotocopias y posters, en blanco y negro, con el rostro de AMLO sobre dos tibias, similar a las banderas con calaveras que usaban los barcos piratas.

Una arenga socialista hizo fruncir el ceño a más de algún asistente:

“¡El  pueblo unido jamás será vencido!”, letra de una canción chilena de protesta, famosa en América Latina en la década de los 70s y que adoptó Cuba.

En el firmamento, albas nubes de fondo, un helicóptero sobrevolaba y un dron, inmóvil, parecía prendido del cielo por invisibles alfileres.

Mientras arrancaba la caravana, un hombre, 59 años de edad, bajo las sombras de dos frondosos árboles, tocaba las notas Cuando ya no me quieras.  El tono desafinado hacía más melancólica su triste figura: ropas luidas, sucias, camisa y pantalón blanco percudido, suéter gris deshilachado.  Delgado, 1.80 de estatura. Trino de pájaros lo acompañó.

A sus pies, tenía abierto el vetusto estuche desgastado de su instrumento, vacío, mortuorio, silente petición de alguna moneda al transeúnte.

Rechaza dar su nombre y cuánto gana.

“Porque si le digo cuánto, capaz que me cae Hacienda”, comentó mientras esbozaba una desdentada sonrisa.

Bromeó:

–O me cae López Obrador, que sería peor.

Sólo dijo que hace 10 años toca en el mismo lugar. Tiene 59 años. Y se dedica a esa actividad “porque en ningún lado me dan trabajo”, lamenta lacónico, a punto del llanto.

–Es mi modus vivendi. Y continuaré en esta situación adversa, agregó.

Remató, desdibujado el rostro, mientras intentaba una amable mueca forzada:

–Pero es normal en México y así seguirá; qué le vamos a hacer.

Contra lo que se especuló en redes sociales antes de la marcha, no hay consigna política alguna, ni colores partidistas. Circula, eso sí, en redes sociales, la versión, más bien rumor, para descalificar la protesta, que hubo acarreados a quienes dieron 500 pesos. Mas, no tiene las características de un acarreo. Son básicamente familias y amigos convocados por redes sociales.

Una indígena treintañera, amorosa, enfundada en ropas ancestrales, colocaba su puesto sobre avenida Reforma. Coloridas bolsas, tapetes artesanales, blusas. Dos de sus pequeños la miraban indiferente. Un bebé dormido pende de su espalda, amarrado con un rebozo gris.

Atrás del Ángel una escena insólita, surrealista. Sobre el perímetro de su banqueta un hombre domina un balón bicolor, negro y naranja, marca Cruzeiro, famoso en la década de los 70s y 80s. Viste pants Adidas, una playera con el escudo del Real Madrid, de la liga española, y la leyenda Fly Emirates al frente. Nombre: Samuel Reyes. Tiene 60 años y es originario del estado de Hidalgo. Se dedica a las artes gráficas.

Interrogado mientras domina el esférico, respondió que lo hace por “gusto”.  Perlas de sudor desfilan  brillantes por su rostro, bajo el rayo del sol. Aclaró que no es a cambio de alguna moneda.

Y, con presunción contenida, advirtió  que ha llegado a realizar mil 500 dominadas, sin dejar caer el esférico, en dos horas y media.

“Hace tiempo que dejé de contar”, aclaró con una expresión de hartazgo.

Sobre la cancelación de aeropuerto en Texcoco lamentó que “se hayan perdido miles de  millones de pesos.”

Siguieron las consignas:

“¡Es un error estar con Obrador!”, que hacía referencia al popular grito “¡es un honor estar con Obrador!” de los seguidores del izquierdista y otros coreaban “¡el que no brinque es AMLO!”.

Y más pancartas contra la polarización verbal del “López”:

“Fifis, Pirruris, Chairos, y Pejelove TODOS MEXICANOS”.

Otra, hiriente:

“No a las consultas patito”.

Delante de la Embajada de Estados Unidos, sobre la acerca, apareció el historiador y escritor, Francisco Martín Moreno, crítico de López Obrador y su partido, Morena. Tiene una destacada participación en el programa Los Conspiradores de Canal 40, de Tv-Azteca.

“Felicidades, siga con su crítica”, soltó uno de los marchistas mientras  estrechaba su mano.  Otros los secundan. Sonrió condescendiente.

–¿Qué opina de esta marcha?

Autor de una veintena de libros, respondió a Círculo Digital, mientras miraba sorprendido la interminable sierpe humana sobre avenida Reforma:

“Es un expresión de inconformidad y coraje.”

Y alertó:

“Porque el país se está encaminando a una dictadura”.

Soltó, con fría pasión:

“Esa película ya la vimos y no queremos volverla a ver”.

Unos 500 metros adelante, a la altura de la Glorieta de Colón, sobre una bicicleta, un hombre miraba el paso de la marcha, al parecer de origen estadounidense. Con español fluido, sin idea de qué se trataba, escupía palabras sin sentido. Quizá pensó que era una manifestación anti yanqui.

–“¡Arriba USA, arriba Trump!”, exclamó retador.

Amenazó dirigiéndose a la masa:

–“¡Los vamos a invadir, los vamos a invadir y dejarán de reírse!”

Una mujer, veinteañera, lo espetó, molesta:

–“¡Regrésate a tu país!”

Él respondió con ira contenida, mientras se retiraba:

–¡Los vamos a invadir y te voy a violar!

Al grito de “Escucha Obrador, el pueblo ya llegó”, la marcha arribó al Zócalo de la Ciudad de México.

Al pie del mástil del asta bandera, frente a Palacio Nacional, donde despacha el presidente Peña, se entonó el himno nacional:

“… más si osare un extraño enemigo…un soldado en cada hijo te dio…”

“México, México, México”, coreó la multitud, temerosa de cruzar el dintel de la dictadura.

Enchinó la piel.

Hubo aplausos.

Ácida, una última pancarta:

“EPN: 2012, Grupo Higa, Casa Blanca. AMLO: 2018, Grupo Rioboó, Santa Lucía”.

Eran las 13: 15 horas y rondaba el fantasma del porfiriato.

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