¡Hacia la inmortalidad en la NFL!

¡Hacia la inmortalidad en la NFL!

Daniel Velázquez Ramírez

Analista con enfoque humanista de los grandes espectáculos, especialmente deportivos. Siempre en búsqueda de ser impactado por hazañas humanas e institucionales. Ha sido colaborador en medios de comunicación durante 30 años, principalmente la revista Auto Mundo Deportivo del Grupo Novedades. Amante del enfoque estratégico y el fomento de los valores que acompañan al deporte.

CDMX, diciembre 2020.- En septiembre de 1920, hace ya 101 años, diez representantes de equipo formaron una liga de Futbol Americano Profesional (APFA), que luego llegaría a ser la NFL. La reunión se llevó a cabo en la pequeña ciudad de Canton, en el estado de Ohio, colocada estratégicamente dentro de un triángulo geográfico con vértices en puntos importantes para el futbol de ese entonces: Pittsburgh, Cleveland, Detroit, Cincinnati y Columbus. Canton estuvo representado por el primer gran estelar del futbol americano profesional: Jim Thorpe.

Apenas cuatro equipos terminaron la temporada. Los Bulldogs de Canton y tres franquicias a las que se considera fundadoras de la NFL: Cardenales de Chicago (hoy en Arizona), Staleys de Decatour (actualmente Osos de Chicago) y los Empacadores de Green Bay.
En conmemoración a esa histórica reunión en Canton, se estableció en 1963 con dos áreas de exposición, el Salón de la Fama del Futbol Americano Profesional. El recinto ha ido creciendo en importancia y físicamente con las ampliaciones de 1971, 1978 y 1995, abarcando actualmente un complejo de importancia turística que caracteriza a la ciudad. Tiene actualmente 346 miembros, a los que se unen 2 a 8 miembros en un proceso de votación anual. La primera generación, llamada Clase 1963, constó de 17 elementos, cinco de los cuales estaban en la liga que nació en 1920 y son:

Joe Carr, primer presidente de la liga hasta su muerte en 1939, consolidó a la NFL principalmente poniendo orden en todos aspectos y llevando el futbol americano profesional de pequeñas poblaciones a las grandes urbes emergentes, que son los mercados principales hasta hoy.

George Halas el “Padre Oso”, fue desde jugador, directivo y hasta boletero, pero se destacó como entrenador durante 40 años. Llevó al equipo de Decatour a Chicago y lo hizo la franquicia más exitosa por décadas, innovando sistemas, mejorando reclutamientos, reforzando comercialmente a toda la liga, propuso el sistema de revisión de las reglas que hasta hoy permite actualizar el espectáculo de la NFL. Los actuales Osos llevan sus iniciales en la manga del jersey.

Earl “Curly” Lambeau jugó como pasador con suficiente éxito, pero pronto fue directivo y entrenador durante 30 años de los Empacadores de Green Bay, consolidando deportivamente la otra gran franquicia de los principios de la NFL. Su legado organizativo se manifiesta en que los queseros representan la única franquicia de un mercado pequeño en que la comunidad es la dueña. Alguna vez rescató a Green Bay de la desafiliación pagando de su bolsillo la entonces estratosférica multa de 50 dólares. El Estadio de Green Bay se llama Lambeau para recordarle.

Como jugador, Wilbur “Pete” Henry permanecía en el terreno de juego los 60 minutos en la línea de golpeo, como tacle tanto a la ofensiva como a la defensiva. Parecía pequeño y regordete, además de ser alegre y risueño fuera del campo, pero era una fuerza desencadenada en el emparrillado. Pateaba de lugar y dejó en 1922 una marca que duró muchos años al anotar un gol de campo de 50 yardas. Despejando también estableció una impactante patada de 94 yardas en 1923. Había sido corredor de poder en la preparatoria. La noticia de su contrato con los Bulldogs salió en primera plana el mismo día en que, en la página 3, se anunciaba la creación de la liga profesional.

Wa-tho-huk “Sendero Luminoso” o Jim Thorpe, originario de la tribu Shawnee enviada de Michigan a una reservación en Oklahoma, vivió muchas formas de discriminación racial. Manifestó, sin embargo, un extraordinario talento deportivo, al grado de ser el único atleta en la historia en ganar las medallas de oro en pentatlón y decatlón en los Juegos Olímpicos de 1912 en Estocolmo. Le quitaron las medallas por haber recibido 15 dólares por juego como beisbolista semiprofesional sin cambiarse el nombre, como era la costumbre. En ese entonces se requería ser amateur para competir en los juegos. En 1983, 30 años después de muerto, el Comité Olímpico le restituyó las marcas y entregó las medallas a sus herederos.

Siguió jugando beisbol, pero era la figura central de los campeones Bulldogs de Canton, la estrella de la naciente liga. Con todo merecimiento ingresó en la clase inicial del Salón de la Fama, aunque fuera 10 años después de su fallecimiento. En vida recibió el honor de ser considerado el mejor atleta de la primera mitad del siglo XX.

El camino a la inmortalidad deportiva oficializada, cuando el jugador, entrenador o directivo recibe un certificado, es presentado por quien el homenajeado decide, devela un busto de bronce que ocupa un nicho especial en el Museo del Salón y recibe un emblemático saco amarillo en presencia de miembros que ingresaron previamente, es una combinación de rituales que pretende abarcar el reconocimiento de pares, familiares y admiradores, en la creación de un moderno olimpo deportivo de las tacleadas.

En la actualidad, hay varios jugadores en vías de ser elegibles y candidatos que siguen acumulando méritos que suelen ser superiores a los únicamente deportivos. Se espera un espectacular ingreso para el mariscal de campo Peyton Manning, quizá hasta para su hermano Eli, mientras seguimos disfrutando de las hazañas de Aaron Rodgers, Tom Brady, Ben Roethlisberger, Drew Brees, como casi seguros candidatos y los espectaculares logros de los más jóvenes Russell Wilson, Patrick Mahomes y Lamar Jackson, pero esas historias se inmortalizarán en nuevas páginas.

DVR diciembre 2020

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