A la lucha antidopaje le hacen falta (muchos) millones

A la lucha antidopaje le hacen falta (muchos) millones

Ciudad de México a 08 de Marzo (AMPRYT/CÍRCULO DIGITAL).-Lo menos: dolores óseos, mialgias, fiebre, dolores abdominales y síntomas de tipo gripal, diarrea, vómitos, náuseas, cefaleas y mareos. Lo peor: hipertensión arterial, trombosis coronaria (muerte súbita) y trombosis cerebral.

Esto te puede ocurrir si te inyectas EPO, ¿es importante, para los miles de atletas que se han dopado con esta sustancia no lo es. “Hasta para doparte tienes que ser disciplinado”, contó hace algunos meses Julio Alberto Pérez Cuapio, ciclista mexicano que fue campeón de montaña en el Giro de Italia, “todos se dopan en el Tour”, comentó hace años Lance Armstrong cuando confesó que él lo había hecho las siete veces que “ganó” el Tour de Francia.

¿Es fácil doparse? Sí, claro, ya lo dijo Pérez Cuapio, necesitas disciplina, pero también es verdad que no se requiere demasiado para hacerlo, Bryan Fogel lo hizo con apenas conocimiento y asesoría. Ícaro, su documental, que ganó el Oscar hace unos días, nos explica cómo se hace, hasta en competencias amateurs.

Incluso, depende del método que ocupes, no es tan caro y las sustancias son relativamente fáciles de conseguir. Por ejemplo, en México, seis dosis de EPO las venden algunas farmacias (www.farmalisto.com.mx) en 2,200 pesos.

El dopaje, desde hace 15 años, es una industria. Hace una década, el Eprex/Procrit de Johnson & Johnson (EPO) logró ventas por casi 3,600 millones de dólares. Algunas para uso terapéutico y algunas más para mejorar el rendimiento de un atleta.

Según un informe de la Interpol, cada año la industria del dopaje mueve entre 20,000 y 30,000 millones de dólares al año. La Agencia Mundial Antidopaje (WADA, por su sigla en inglés), de acuerdo con sus informes anuales, tiene recursos por apenas 32 millones de dólares, es decir, casi 1,000 veces menos de lo que se mueve en el mercado.

Tyler Hamilton, en el libro Ganar a cualquier precio, documenta el ritual, las artimañas y hasta las trampas para ocultar que su equipo (donde estaba Lance Armstrong) se dopaba. Sky, el equipo con mayores recursos financieros de la actualidad, nació en el 2010 con una política de tolerancia cero y apenas esta semana el gobierno británico culpó a Bradley Wiggins, que ganó el Tour del 2012, con sustancias prohibidas y hace algunos meses la máxima estrella del ciclismo internacional actual, Chris Froome, dio positivo en la Vuelta a España. ¿Se puede creer en este deporte?

No es sólo el caso del ciclismo, recientemente, Rusia se ha envuelto en un escándalo de dopaje de Estado que ha ensuciado la imagen del país; en los años 70 y 80 ocurrió lo mismo con la Alemania democrática y por ejemplos no terminamos.

Los datos detallan que, en términos financieros, la batalla es dispareja: lo que mueve el dopaje no se compara con lo que se combate. También es verdad que las cifras del presupuesto anual de la WADA poco han crecido: entre lo que ocupan en el 2018 y el 2015, el crecimiento fue sólo de 13.8%.

Bryan Fogel, el director de Ícaro, pensó que dopándose podría obtener un mejor resultado en un carrera semiprofesional. Siguió el tratamiento, llevó el control de su orina, fue disciplinado, se sentía fuerte, pero su resultado fue peor que el año anterior y, de paso, miró a otros mucho más fuertes. ¿Cuáles son los alcances del dopaje y su negocio? (Con información de Ivan Pérez)

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