La tragedia de Tlahuelilpan

La tragedia de Tlahuelilpan

Análisis a Fondo

Francisco Gómez Maza

 

Los verdaderos huachicoleros están dentro de Pemex

Son cómplices de empresarios y de capos del crimen

La tragedia de Tlahuelilpan, en el estado de Hidalgo, con decenas de muertos de pobres, que intentaban recoger la gasolina que brotaba del ducto picado por ladrones expertos, es sólo la punta de un iceberg de que el huachicoleo, o robo de gasolina, está al interior de Pemex, en donde pulula una partida de ladrones de cuello blanco y de corbata, en complicidad con la dirigencia sindical y con barones de la delincuencia organizada.

El enemigo está en casa. El objetivo de los gobernantes neoliberales, tanto del PRI como del PAN –todos corruptos y avariciosos al nauseam-era desmantelar a la primera empresa de México para crear sus propios “pemex”, adueñarse de la gran empresa que sostuvo el desarrollo de la economía nacional en todos los terrenos.

Los mexicanos pensamos que íbamos hacia el primerísimo mundo –nos dijeron, prometieron, que seríamos una gran potencia -Calderon dixit, Peña dixit-, pero los ladrones, los atracadores, nos desvanecieron los sueños, nos robaron la vida. Se robaron Petróleos Mexicanos.

Pemex fue la gran empresa, pero como todo en México, la clase política encabezada por los presidentes de la república, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña bañaron de corrupción a Petróleos Mexicanos y a todo lo que tocaron – lo contrario de lo que hacía Midas -, y en realidad son los huachicoleros que pican los ductos y roban miles de millones de pesos de Pemex y de sus empresas.

Se acabaron Pemex, aunque Cuauhtémoc Cárdenas dice que podría resucitar porque las reservas, la riqueza, está en el subsuelo y ello puede lograr que Pemex resucite si los políticos aplican políticas de austeridad y olvidarse de sí mismos para rescatar y resucitar lo que el general Lázaro Cárdenas, expropiador de la industria petrolera, imagino que podía ser la empresa de México.

Los que murieron en Tlahuelilpan no son más que un símbolo de lo que puede ocurrirle a la gente pobre, utilizada como carne de cañón por los huachicoleros de medio pelo, apoyados por los altos cuadros de mando de la otrora gran empresa del país y del Sindicato Petrolero al mando de Romero Deschamps, que ya debería estar rindiendo cuentas ante la justicia.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, tiene que actuar con urgencia, dar un golpe de mano y meter en la cárcel a todos los huachicoleros mayores, que fungen o fungieron como altos funcionarios de Pemex, de directores para abajo, todos encabezados por el presidente de la república en turno. Pero ya. Sacar de la torre de Pemex y de las refinerías a los responsables del desfalco, y enfrentarse igualmente, con la toda la fuerza del estado, con la clase política, con la dirigencia sindical corrupta de Romero Deschamps, y lo más difícil, pero no imposible: enfrentarse y ganarles, apresarlos, con los padrinos de la delincuencia organizada, la que no recibe ya pingües ganancias con la exportación de las drogas y que de mucho tiempo acá comercializa la gasolina huachicoleada aliada con los altos directivos de la empresa, con la creación de empresas fantasma en todo el mundo para lavar el dinero robado a Pemex.

Qué lástima que se robaron Pemex. Qué lástima que ninguno de los ladrones, huachicoleros de Pemex, no esté en la cárcel. Qué lastima que los ex directores de la empresa anden libres y vayan y vengan como Pedro por su casa. Qué lástima que los expresidentes de la república anden gozando de lo que se robaron en Pemex y en el Erario. Qué lástima que lo que quedó de Pemex esté ahora en manos de empresas de los ex directores, de grupos de empresarios antipatriotas y en manos de empresarios extranjeros. Y qué dolor que pobres gentes manipuladas por los huachicoleros de campo, encargados de pican ductos, mueran quemados.

Y todavía falta averiguar el huachicoleo que hace Pemex en alta mar, en lo que se llama en mercado libre del petróleo, pero que en realidad es un mercado criminal, en el que funcionarios de Pemex se llevan un buen porcentaje por cada tambo vendido a los piratas del petróleo.

Pobre México. Tan lejos de Dios y tan cerca de los huachicoleros del interior de Pemex.

En las indagatorias iniciadas por el Gobierno federal para desarticular la estructura de corrupción que posibilita el robo masivo de combustibles o “huachicol” en el país, resultarán involucrados “muchos empresarios”, advirtió en estos días el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, luego de haberse reunido ayer con funcionarios federales para abordar el desabasto de gasolina que vive el estado. Alfaro fue uno de los principales denostadores del presidente López Obrador.

Alfaro Ramírez se reconoció “impactado” por la información que le fue compartida a un grupo de gobernadores en su encuentro con los titulares de las secretarías de Gobernación; de Seguridad y Protección Ciudadana y de Energía, sobre las dimensiones de la red de corrupción que sostiene la sustracción ilegal de hidrocarburos a nivel nacional. Así lo señaló a la prensa local jalisciense:

“Después de ver los números hoy (ayer), sinceramente cuando uno ve el escenario nacional, lo que verdaderamente se estaba generando por robo de combustible, la manera cómo operaba, el tamaño de la estructura de corrupción que había detrás del robo de combustible, sí te sorprende, sí te impacta lo que le estaban haciendo al país”… analisisafondo@gmail.com

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