Beatifican a Socorrito Romero Sánchez por su labor altruista

Beatifican a Socorrito Romero Sánchez por su labor altruista

 

 

*Socorro Romero Sánchez nació para servir al prójimo

**De formación católica, Socorro Romero vivió con ética intachable

 

La fallecida empresaria Socorro Romero Sánchez evidenció siempre su creencia y simpatía por la religión católica. Su ayuda económica a templos y clérigos trascendió el ámbito local y llegó a todo México. Por su ejemplo de vida y solidaridad, la Santa Sede podría inicial el proceso de beatificación de la hija predilecta de Tehuacán, afirmó el abogado Rodolfo Pérez Velázquez.

La mayor parte de la población en México sigue profesando la religión católica. Varios millones de mexicanos acuden a escuchar misa, dan limosna, en fin. Pero pocas personas llevan esa creencia a una forma de vida congruente y devota como lo hizo la Señorita Socorro Romero Sánchez. Podríamos decir incluso, que se dedicó a trabajar para servir a los más necesitados.

Hay testimonios del Cardenal Norberto Ribera Carrera que aseguran que Socorrito dedicaba el 50 por ciento de sus ingresos a las causas religiosas de ayuda a los más desprotegidos. Esa cifra no se ha visto en ningún otro empresario.

“En esta vida yo estoy para servir”, decía Socorrito cuando le cuestionaban el poco descanso que se prodigaba a sí misma. “Ya Dios me dará tiempo para descansar”, afirmaba categóricamente para seguir y seguir trabajando. El ejemplo de compromiso social de la Señorita fue sin precedentes, hasta dos días antes de morir cuando todavía acudió a su empresa cargando su tanque de oxígeno.

Por su sencillez y austeridad, nunca buscó reconocimiento público. Por eso cuando en el año 2001, la legislatura poblana le entregó la presea Carmen Serdán por su trayectoria filantrópica. Y en 2009 recibió también la presea Mérito a la Mujer Empresaria, medalla que a partir de ese año lleva su nombre.

Frente a toda la Legislatura poblana, Socorrito declaró que seguiría trabajando arduamente por vigilar los intereses de los más necesitados, sin saber, que a fines de ese año, Dios le daría el descanso que nunca se tomó. El santoral del vaticano podría tener un lugar de honor para esta gran mujer.

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