Entre la corrupción y el cinismo
Análisis a Fondo
Francisco Gómez Maza
· ¿Alguien estará interesado en recoger los despojos?
· El primero de julio fue el fin de la historia del PRI
Claudia Ruiz Massieu no sabe lo que dice. Es una simpática criatura plena de ingenuidad. Desconoce qué es el PRI. No lo vivió, ni el PRI de su padre, Francisco Ruiz Massieu, asesinado por los sicarios más perversos de aquel partido que alguna vez prometió el cielo y las estrellas a los mexicanos. Tampoco conoce el satanismo de su tío Carlos, el autor de la debacle priista por avorazado. Es una mujer que no es política, que es presidenta de los despojos del bodrio del turco Plutarco, porque nadie de los enterradores se animó a hacer el ridículo después del primero de julio de 2018.
Claudia no tiene ni idea. Quiere aparecer como la salvadora, como la taumaturga que dice “PRI, levántate y anda”. Pero el PRI es víctima de la corrupción, de la impunidad, de la simulación y del cinismo de los mandos y de su propia historia de represión, persecución de opositores, asesinatos como el de Colosio, que lo aniquilaron. Y también, víctima de quienes lo declararon de centro derecha y se entregaron, mansamente, a las clases dominantes, al imperio de Washington, al poder del Fondo Monetario, y a la mafia criolla.
Y el “partidazo” fue rechazado por las fuerzas populares cansadas, enojadas, encabronadas con la corrupción que floreció como hongos particularmente en los seis años que “gobernó” Enrique Peña Nieto. Andrés Manuel López Obrador no es la opción para los mexicanos. Es hechura del PRI. Pero, fuera de él no hay nadie, desgraciadamente, lamentablemente, para encabezar a los mexicanos y recoger sus mandatos. Fue tan obvia la avaricia de Carlos Salinas de Gortari, de los Zedillo, de los Fox, de los Calderón y, sobre todo, de los Peña, cachorro del grupo Atlacomulco, que si hubieran podido roban todo lo robable y recorren la línea divisoria que marca el Río Bravo hasta el Usumacinta, prohíben a los mexicanos hablar castellano y los obligan a expresarse en inglés, pero inglés americano.
Luis Donaldo Colosio, asesinado hace un cuarto de siglo en Lomas Taurinas, una de las zonas más miserables de Tijuana de entonces, no tiene legado para este PRI que dice guiar doña Claudia. El PRI que imaginó Colosio está muerto, como está muerto el muchacho de Magdalena de Kino. Y la historia no se repite. Luis Donaldo, aquel muchacho taciturno, callado, arisco, desconfiado, ambicioso, que pretendió cambiar la historia de algo – el PRI – que nunca tuvo remedio, tuvo la suerte de ser convertido en mártir por un asesino que aún no ha sido descubierto a 25 años. Tanto que hasta López Obrador lo reconoce como una víctima del sistema que, si lo dejan, destruye a México y lo vuelve territorio del imperio estadounidense. Peor que Santana, que entregó más de la mitad de México a los Estados Unidos.
El primero de julio de 2018 fue el fin de la historia del PRI, fundado por el pillo de Plutarco Elías Calles. Claudia perdió el piso. Qué es visión y compromiso, si los padrinos del PRI sólo tuvieron visión para el atraco al Erario y compromiso con los poderes fácticos. Y mientras, maquinan otros negocios. Más productivos que la corrupción, la impunidad, la simulación y el cinismo.
Ruiz Massieu no puede hablar de desigualdad social porque no la conoce. Ella nació en pañales de seda. Y obviamente que no gusta de la pestilencia de la pobreza. Colosio era un muchacho pueblerino, indudablemente que también con ansias de poder, pero que lo inmortalizó su incipiente rebeldía frente a la hipocresía de Carlos Salinas de Gortari, el tío de Claudia, que se presentó ante los priistas y ante el pueblo de México como oveja. Hasta inventó rebeldías revolucionarias que cimbraron al México cansado de él y del PRI y de la corrupción, de la impunidad, de la simulación y del cinismo. Esta es la esencia del priismo. Y no se olvide que ser de centro es ser nada. El centro es el vacío. El instante de la muerte analisisafondo@gmail.com