Huérfanos de los cómo
Análisis a Fondo
Francisco Gómez Maza
- Los candidatos siguen trenzados en las descalificaciones
- Urge que digan cómo se acabará la violencia y la pobreza
Estamos a 37 días de la celebración de la jornada electoral, el domingo primero de julio, y las campañas no aterrizan en la realidad.
Los candidatos siguen trenzados en las descalificaciones y el insulto entre unos y otros.
El objeto del deseo y del odio es, como siempre, Andrés Manuel López Obrador, ave de tempestades que no acaba de convencer a los acomodados, a los políticos del PRI y del PAN, a las cúpulas de cúpulas empresariales y a los periodistas que cobran en Los Pinos. Pero trae vueltos locos a los millones de trabajadores incluso en los estados de norte, donde en elecciones pasadas no querían verlo ni en pintura.
Pero no es el problema López Obrador. El problema es que ni Meade ni Anaya, que obviamente quieren ser presidentes, y me temo que ni el tabasqueño han dicho, y eso es muy grave, cómo se va a atacar y acabar con los graves infortunios que han hecho trizas a la república, a los mexicanos pobres, muy pobres, paupérrimos, miserables e indigentes.
Los amos del país son los capos del narcotráfico y los capos de la política gubernamental, que desde hace por lo menos dos sexenios caminan juntos, de manita sudada. (Miren. Voy a rebelarles una breve historia familiar
Mi tío Luciano Rodríguez era un prominente militar. En algún momento fue enviado a Guerrero como comandante de las Guardias Rurales, que eran algo así como las policías comunitarias de la actualidad. Pues vean esto: mi tío fue padrino de bautismo de un hijo de Lucio Cabañas, el comandante de la guerrilla del Partido de los Pobres fundado por el comandante Jenaro Vázquez Rojas. Y podían verse en la sierra a soldados y guerrilleros caminando juntos, en momentos de paz. Cuando les llegaba la orden de atacar a los soldados Suena duro, ¿verdad? Todos iban a sus posiciones y comenzaba la balacera, obviamente cuidándose los compadres de que no les tocara una bala de máuser.
Entonces. Cómo se acabará con la violencia. El narcotráfico ciertamente no se va a acabar ni aquí, ni en Colombia, ni en cualquier parte del mundo. El mercado, el principal mercado de estupefacientes, son los Estados Unidos y sin droga millones de estadounidenses se vuelven locos. Pero sí se puede acabar con la violencia y con las ejecuciones masivas. Y sobre todo con la complicidad de los políticos, grandes, medianos y pequeños, con los capos. Cómo pasar de la violencia y de la muerte a una paz duradera en la que quien haga su chamba sin afectar a los otros. Hasta hoy, ni el gobierno de Calderón y menos el de Peña Nieto han manifestado interés de acabar con la violencia. La presencia de las fuerzas de seguridad, expertas en mal trato, levantamientos, muerte lo único que logra es atizar la violencia.
Hay cuatro jinetes del apocalipsis mexicano: corrupción, impunidad, simulación y cinismo. Estos cuatro demonios nos han hecho trizas como personas. Ya no creemos en el gobierno. ¿Usted cree en Peña Nieto? ¿En su gobernador? ¿En su presidente municipal? ¿Si quiera sabe el nombre de su diputado? ¿O el de su senador?
Cómo le va en lo económico. La economía nacional está muy estancada. No crece arriba del 2 por ciento y eso es mucho. El salario de los trabajadores apenas les alcanza para medio comer. La riqueza está concentrada en muy pocas manos. El sistema sanitario, las instituciones de salud, están desmanteladas. Y no hay propuestas para que podamos ver cómo – cómo – se van a resolver los problemas. Ya estamos muy conscientes de los problemas. Ahora hay que pasar a las propuestas de los cómo se van a resolver.