México votó contra una crisis económica, social y política de siete décadas

México votó contra una crisis económica, social y política de siete décadas

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FRANCISCO RODRÍGUEZ

 

La crisis que ha padecido México los últimos setenta años en los terrenos económico, político, social y cultural no ha tocado fondo. En el aspecto fiscal, salarial, financiero, de acumulación, del desarrollo industrial, agrícola, manufacturero y de servicios, acusa agudas contradicciones y desequilibrios profundos. No hay crecimiento ni equidad.

La crisis de las ideas es pareja con la realidad. México ha querido seguir resolviendo sus paradojas con los mismos instrumentos políticos y los mismos retintines de siempre . Nadie sacudió el enjambre, y las diferencias se incrementaron. ‎Una élite parasitaria, favorecida con todos los instrumentos del Estado se ha consolidado sobre todas las demás.

El modelo, llámese como le gusten llamar, ya sea de sustitución de importaciones, de desarrollo estabilizador o de desarrollo con justicia no ha logrado más que perpetuar las variables. Y las soluciones cada vez son más lejanas. No hay materia prima para hacer aspirinas, se azolvan los ríos y las presas, los tractores se hacen viejos y el campo duerme el sueño de los justos, en manos de los injustos.

El capital físico y humano se desperdicia. El capital monetario y crediticio se concentra cada vez más en muy pocas manos, y la olla de presión puede estallar, a falta de pivotes de desfogue. Ciento treinta millones de mexicanos no se conforman con ver que sólo el uno por ciento de la población nada en la abundancia. La pirámide está al revés.

Y por si aún no se da cuenta la pandilla de dirigentes coyotes que se han establecido en la cúspide, no hay población posible que resista estas inequidades. Dense de santos que ‎no estalló un movimiento armado que los llamara a cuentas en el acto. Fue por la vía institucional, de las elecciones, ¡enhorabuena!

Desde el umbral de su fracaso, la derecha fabrica una ideología del miedo

Un rancio retroceso y un desvelado e hipócrita patriotismo disfrazó durante setenta años los intereses reales de una minoría chusca y depredadora. Extirparon valores consagrados de libertad, equidad y universalidad para vaciar la democracia de contenido y postergar las banderas de la autenticidad ciudadana.

La expresión “ideología burguesa” no designa hoy nada positivo. El pensamiento de derecha, hoy vencido, aún existe, pero sus decálogos, catastróficos y vacíos no son más que un contra pensamiento. Sus ideólogos, sabiéndose condenados, vaticinan la hecatombe. Son ellos o el diluvio. Y fabrican una ideología del miedo.

Las reglas de la mentira y la sospecha quisieron ubicar al margen de la ley, como enemigos del Estado a cualquier ser pensante o diferente. Redujeron las prestaciones, suprimieron las protecciones y garantías sociales y edificaron el ofertismo fiscal y el patrocinio descarado de las grandes empresas, asegurando sus enormes beneficios personales.

‎El miedo es la medicina idónea de los conservadores para atacar la razón, el raciocinio y la solidaridad humana. Allí donde hay miedo, siempre existe una clase gobernante que le tiene terror a la equidad. Es el mejor termómetro para saber cuándo se ha secuestrado cualquier asomo democrático.

Se entronizó un pequeño grupo que pospuso de forma sistemática el papel y la acción del Estado nacionalista, no fuera que los patroncitos del extranjero se enojaran con los capataces. Renunciaron a la autonomía y a la independencia, se abdicó de la aplicación de la Constitución y de sus leyes reglamentarias.

El votó de México por el despegue a la modernización con justicia social

El primero de julio la población en su inmensa mayoría votó por la aplicación de un programa gubernamental diferente, que impulse la participación democrática, acate la voluntad de la mayoría, disminuya efectivamente los índices de pobreza, desempleo y logre un reparto equitativo de la riqueza pública.

‎Votó porque el desarrollo social del país se mida de hoy en adelante en término de tasas crecientes de distribución real del ingreso y de las oportunidades, en lugar de hacerlo a través de indicadores macroeconómicos de la regulación ficticia de los niveles inflacionarios y de las tasas de interés.

‎Votó por que se destierre de una vez por todas las fallidas y fracasadas ideas de que protegiendo las actividades suntuarias se ensancha el mercado interno, que los bajos niveles de inversión productiva con altas utilidades sin riesgo de competitividad interna e internacional son la pista de despegue de la modernización.

Votó por frenar la privatización, contener y regular la apertura comercial

Votó contra la falacia de que el sector agropecuario subsidie el crecimiento de las macrocefalias urbanas y privilegie la acumulación posponiendo la redistribución de la riqueza.‎ Votó porque los flujos del presupuesto, los subsidios públicos y las deudas contraídas no vayan a parar al barril sin fondo de la ineficacia y la rapiña.

Votó por la productividad y la competitividad, para que una correcta planeación de la política económica se asiente sobre la correlación entre el empleo de la fuerza de trabajo y el ensanchamiento de la base productiva. Votó por aumentar la demanda de mano de obra constantemente…

… ampliando la necesidad de bienes sociales y de consumo popular, alimentos, materiales de construcción, obras públicas y exportaciones que requieran gran cantidad de seres humanos, cuya producción provoque un efecto multiplicador sobre la economía nacional. Votó por engrandecer el mercado interno y la autosuficiencia nacional.

Votó por frenar la privatización indiscriminada, contener y regular la apertura comercial y financiera, porque el Estado intervenga en la dirección económica para beneficio de las mayorías, para establecer un frente común contra la codicia extranjera. Votó por más México independiente y soberano.

Votó para homenajear a los caídos y a la resistencia de 70 años de opresión

Sí, puede y debe pensarse que el voto de la mayoría fue para homenajear la resistencia que durante setenta largos años llevaron a cabo los líderes y dirigentes sociales, los partisanos sociales que dieron la vida durante el período de la guerra sucia del Estado oligopólico contra los mejores de sus hijos.

Votó recordando el ’65, de Madera, el ’68’, el ’71, el ’85, los fraudes electorales de la rapacidad priísta, las falsas transiciones pripanistas del siglo XXI, que sólo cambiaron de monigotes en la silla presidencial y contra los engaños civiles que hicieron de México un país sometido y miserable.

‎Votó en contra del entreguismo colonial y la claudicación de los valores fundamentales.

Reciban la gratitud de la patria los caídos, los victimados, los despedazados por los cómplices trasegadores de sustancias tóxicas, los 250 mil asesinados en esta estúpida guerra civil que se resiste a morir.

¡Muera la crisis de los últimos setenta años!

Índice Flamígero: Escribe desde Torreón, Coahuila, don Miguel Ramírez: “Dicen que las pasadas elecciones produjeron un parteaguas. Más correcto es afirmar que fue un partemadres, que es lo que el resultado de estos comicios dio a los principales partidos políticos mexicanos. El PRI, que nunca quiso aceptar que con la enorme repulsa que la sociedad mexicana da a Peña Nieto, a su gobierno y a este partido, era imposible ni siquiera hacer un papel mínimamente digno, quedó casi desaparecido del mapa electoral. Además, el candidato que postuló, el Agente 000, al renunciar a romper su lazo con EPN y llevar a cuestas el enorme lastre que representa el mexiquense, selló su derrota estrepitosa. El PAN, con un candidato a quien desde un principio se ligó con la traición y con una ambición desmedida, también fue hecho trizas y será difícil conseguir un acuerdo entre sus militantes para lograr su recuperación. El PRD, bajo la influencia de una de sus peores tribus, Los Prostichuchos, ya ni como escort de quinta categoría podrá ser considerado. Zambrano y Ortega creyeron que ligando a López Obrador con Televisa y EPN conseguirían debilitarlo, lo que constituyó uno de sus tantos errores. El fracaso tan grande que tuvieron los despertó de su sueño. Y Barrales, víctima de no se sabe qué, declaró que iba arriba en el resultado de la elección para la Jefatura de Gobierno de la CDMX. El Subcomandante Marcos ya entró a la declaracionitis actual y nuevamente volvió a criticar a AMLO, lo que no es de extrañar porque ahora quien lo asesora es David Páramo. Los textoservidores están de luto. No los calienta ni un horno de microondas. Saben que de los 60 mil millones que EPN gastará al término de su sexenio en promoción y publicidad, el siguiente gobierno utilizará una parte muy menor. López Obrador aceptó, aunque tibiamente, que se le coloque personal que lo cuide. Es raro que él, que conoce hasta el más pequeño lugar de México, hasta ahora lo permita. Su frase “a mí me cuida el pueblo” parece sacada de una telenovela cursi, pero no está acorde con la realidad mexicana.” + + + Como muchísimos mexicanos, don Rubén Mújica Vélez manifiesta su desacuerdo con la noticia de que Mondragón y Kalb se integra al equipo lópezobradorista: “No. El represor del DF, de origen hankista y al que se llama El Agua, porque se acomoda a cualquier recipiente político, lacayo de todos y leal a ninguno, no debe ser. Impuesto por Marcelo Ebrard de origen franco alemán, como el viejito Mondragón y como Hank. Ebrard es amigo de Giuliani, el macro policía represor en Nueva York y de origen franco. No a represores y no olvidar que Mondragón juró ‘sacar a patadas a los alborotadores de su Zócalo’. ¡Aguas AMLO! No a represores.” + + + Muy bienvenida en el sector financiero ha sido la designación que Ricardo Salinas Pliego y Pedro Padilla Longoria, presidente y director general de Grupo Salinas, respectivamente, hicieran de Rodrigo Pliego Abraham como nuevo director general de Finanzas, Administración y Control Interno de la organización para la cual el escribidor colabora en la conducción del programa de televisión “Juzgue Usted” que se transmite en ADN40.

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