Tras la pandemia del Covid-19, las mujeres tuvieron que reinventarse
La excesiva competencia y comparación con las otras mujeres nos desgasta, enferma e incide en la pérdida de oportunidades.
Falta de sororidad o empatía entre las mujeres agudiza depresión en la Ciudad de México, dice Mariana Morán, presidenta del partido local Equidad, Libertad y Género (ELIGE) de la Ciudad de México.
En las sociedades altamente individualistas, donde priva el consumo sobre valores fundamentales de vida, se “apaga” el sentido de sororidad entre las mujeres y las lanza a una rivalidad donde todas pierden: autoestima, aportaciones, trabajo en favor del bien común e incluso salud mental, menciona la también doctora en Pedagogía.
La falta de empatía entre mujeres es cultural, “aparece por la noción de escasez, de falta de políticas meritocráticas y una percepción ancestral de desvalorización y escasez…volvemos entonces a luchas por la sobrevivencia porque no hay alimento para todas”, refiere Morán.
La carencia de sororidad vuelve más difícil la vida cotidiana y suele truncar aspiraciones y generar objetivos trascendentales de desarrollo. Autoimpone el no merecimiento “y un peligroso desapego de la realidad, porque asumimos que problemas como el feminicidio, violación, maltrato o acoso no nos competen, cuando en realidad todas conformamos parte de las estadísticas”, mencionó la presidenta de ELIGE.
A unos días de darse a conocer los candidatos oficiales a contender en los puestos de votación popular, Mariana Morán aseguró que tras la pandemia del Covid-19 “las mujeres tuvieron que reinventarse y multiplicar los roles que normalmente ejercen. Se trata de momentos críticos en los que se requiere el apoyo social y concretamente la solidaridad de otras mujeres”.
La excesiva competencia y comparación con las otras mujeres nos desgasta, enferma e incide en la pérdida de oportunidades.
“Todo empieza desde casa, de desvalorizar trabajos relacionados con la limpieza de la casa y la familia, de asumir que el papel de las mujeres sólo está dentro del hogar y se limitan posibilidades de desarrollo y de una mejor calidad de vida”.
Desde casa se toman las nociones de que una mujer no puede aspirar a un trabajo remunerado, las políticas gubernamentales actuales que tratan de coartar las libertades femeninas y derechos al trabajo al eliminar guarderías, por ejemplo “entonces aparece una excesiva competencia por los puestos de trabajo. Se abona a climas laborales competitivos y complejos”.
La vida de las mujeres se vuelve más difícil en la medida en la que “entre nosotras prevalecen envidias y una polarización ejercida desde el poder ejecutivo, el trazar divisiones y descalificaciones, el quitar alternativas de vida para las mujeres”, menciona Morán.
Para construir la sororidad Morán aconseja:
1. Dejemos de juzgar nuestra apariencia y la de las demás.
2. Asumamos que las decisiones sobre nuestro cuerpo son solo nuestras.
3. Respetemos las formas en las que las demás eligen vivir su sexualidad.
4. No justifiquemos el acoso o la violencia hacia otras mujeres.
5. Evitemos reproducir ideas y prejuicios sobre nosotras.
6. Seamos amables y generosas con las demás.
7. Evitemos hablar mal de otra mujer.
8. Al conversar con nuestras amigas, incluyamos temas de autocuidado.
9. Mantengamos comunicación frecuente con nuestras amigas.
10. Tengamos todas las amigas que podamos.
“La sororidad se construye con la intención de volver más amable y feliz nuestro mundo”, concluyó Morán.