¿No es mejor enseñar a trabajar?
Análisis a Fondo
Francisco Gómez Maza
· La limosna no sirve para nada
· Mejor crear fuentes de empleo
A la memoria de Luz María, a un año de su Eternidad
Gobernar y más gobernar obedeciendo no es tan fácil como ordenar programas seudociciales, como regalar el dinero a los pobres, o a los ancianos, o a las madres abandonadas, o a los que no tienen trabajo, o a los jovencitos que nunca fueron enseñados que vivir cuesta y cuesta caro para las posibilidades de cada uno; que no es tan fácil vivir de regalado. Eso no es justo.
Para regalar el dinero tendría, primero, que ser millonario y andar por la calle con unas talegas de monedas para tenerlas a la hora que un menesteroso me pida una limosna. Pero no se puede vivir dignamente de limosnas. Se repite aquel adagio de mi infancia, que yo le oía a la gente del pueblo: que te mantenga el gobierno y que te cuide tu abuela. Pero también, al regalar el dinero se le hace un enorme daño a quien lo recibe, porque no se preocupa y menos ocupa por vivir de su esfuerzo, de su trabajo, de la remuneración justa de su fuerza de trabajo. Claro. Hay muchos que no pueden trabajar. Para ellos tiene que haber programas muy especiales de parte de las instituciones sociales. Los ancianos abandonados, por ejemplo.
Y López Obrador está cayendo, no sé si para hacerse simpático a la gente más pobre, o para pasar a la historia como el antieconomista más ignorante, en esas prácticas malsanas de regalar el dinero a manos llenas. No se está acordando de que es infinitamente mejor enseñar a a hacer pan, a pescar; enseñar a trabajar, a quienes no han tenido la dicha de llevar una vida digna en este mundo.
Por qué, por ejemplo, no reúne a todos los jovencitos que, desde antes del alba, se lanzan a las calles a limpiar parabrisas de automóviles en lugar de salir a robar. Son gente admirable que no tuvo oportunidades; que nació en cualquier pocilga o inclusive en la calle. Por qué no los reúne, los concientiza, les da conocimientos básicos y forma con ellos una empresa de lavado de coches, algo así como una empresa comunitaria. No sugiero cooperativa porque esta forma empresarial es un sucedáneo de la empresa capitalista salvaje y, tarde o temprano, termina en el fracaso y en la mala distribución de la riqueza.
Por qué no crea empleos. Hay tantas posibilidades de crear pequeñas o medianas empresas de todo. El país es rico en productos que no se comercializan por falta de beneficio. Yo conozco mujeres que se dedican a hacer chocolate de mesa, y lo comercializan y les va muy bien económicamente. O productos regionales. La producción de cacahuates deshidratados, en Chiapas, es importante. Por qué, en vez de regalarles el dinero, que no les va a servir nomás para satisfacer lo inmediato, como la compra de alguna baratija, los reúne y los anima a ser socios de una pequeña empresa que produzca algo atractivo para los llamados consumidores. Uf, hay tantos rubros para hacer de esta economía la más productiva del mundo. No necesariamente tenemos que estar esperando que Pemex resucite porque, en honor a la verdad, cuándo le ha llegado a los pobres la riqueza que producía el petróleo.
Además, lo dijo él. Los neoliberales nos dejaron un país en bancarrota. Quiero suponer que dejaron las arcas vacías. De dónde va a sacar los recursos el presidente de la república para andar con su alforja llena de dinero para estar regalándolo.
Me recuerda al gobernador Juan Sabines Gutiérrez, el grande, que en sus giras por el estado llevaba un portafolios grandote atascado de billetes y, en los mítines, cuando le pedían algo, le ordenaba al encargado del portafolios irse a lo oscurito con los peticionarios, abría el portafolios y les daba el dinero contante y sonante para mandar a construir un parquecito, o comprar una marimba para la comunidad. No solucionó ni el asunto del deporte, ni el de la cultura. Regalar el dinero público es tirarlo a la basura, es meterlo en un barril sin fondo, no sirve para nada. Recuerdo cuando López Obrador comenzó con su programa de adultos mayores, cuando fue jefe de Gobierno. Me encontré a una señora ya grande, mejor dicho, anciana, como de unos 80 años, con algo oculto debajo del rebozo. Y me dijo: mire, Francisco. Desenvolvió lo que traía y me lo enseñó: con el dinero que medio López Obrador me compré este radio. Bueno. La señora tenía necesidad de escuchar música, pero no fue la mejor decisión porque era paupérrima.. Pero en fin. Así son los políticos. No saben de economía y menos de ciencia económica. Y no me refiero a la economía positivista, a la clásica, la de Chicago, o a la de Pinochet o Bolsonaro. No. Me refiero a esa ciencia económica que enseñan las madres en la casa. Hay que taparse hasta donde dé la sábana. Y sé emprendedor en el sentido social de la palabra. En el sentido solidario. En el sentido justo. Crea fuentes de trabajo porque son las que le van a resolver la vida a la gente y, chance, la gente reproduzca tus acciones. analisisafonodo@gmx.com