Atlante, 105 Años de Historia

Atlante, 105 Años de Historia

Ciudad de México, 13 de abril del 2021.- Con la delicadeza y sabiduría que requiere una restauración, el Atlante necesita reinventarse, rescatar una extraordinaria historia y formalizar las bases para un mejor futuro.

Por Daniel Velázquez Ramírez

 Este 18 de abril, Atlante cumple 105 años de fundado por un puñado de jóvenes proletarios de los llanos de la Teja, hoy Mariano Escobedo, zona que limitaba los Ranchos De la Condesa y la Nopalera. La reunión, que se considera la fundación del club de futbol, fue en casa de los hermanos Refugio y Trinidad Martínez, en lo que hoy es la esquina de las calles de Sinaloa y Valladolid. El casi mítico lugar ha estado en manos de particulares poco interesados en el tema, por lo que un par de veces el logro de tener una placa conmemorativa ha concluido de manera cercana a una tragicomedia, con desapariciones inconcebibles. La placa más reciente corresponde a la conmemoración del centenario, en 2016, cuando tuvo que construirse un pedestal en una banqueta y que hoy se reporta por los aficionados como vandalizada y restaurada por la actual directiva para el festejo de este año.

Se identifica al “Equipo del Pueblo” por su origen, pero también por la forma en que su historia refleja las vicisitudes, alegrías y penurias de una familia mexicana y del país mismo.

 Tuvo los nombres de Sinaloa, por la calle de origen, luego Lusitania por un famoso barco de la Segunda Guerra Mundial y hasta del submarino que lo hundió, el U-53, con el que lograron vencer, en un reto directo, al entonces trabuco España, antes de consolidarse como Atlante. Los primeros uniformes, con diseño a cuadros azules y grana, que surgían del overol de obrero de la mayoría de los jugadores, cosidos por Luchita Viuda de Rosales, fueron producto de la venta de una vaca, magra posesión del “Pata de Oso” Trinidad Martínez.

A esa época de “Reyes del Llano” y de ser “Los Prietitos” que conquistaban por su empuje y habilidad futbolística, siguió una de precaria institucionalización, primero con Roque Plata Belmont como garante y luego con José Inés De la Mora como presidente. Era 1920. Atlante se incorporó y venció en las incipientes ligas Tercera Fuerza y LEA (Luz y Fuerza-Excelsior-Atlante). De 1921 a 1924 aparece como representante Antonio “Black” García, que fuera delantero en tiempos del U-53. En esta gestión, los Prietitos no pueden acreditar solvencia suficiente para incorporarse a la Liga Mayor y juegan en una Segunda Fuerza y en la Federación Central, donde el representante registrado fue Miguel Tovar Mariscal.

En 1924, los fundadores hermanos Martínez y otros fundadores se separan y forman a un equipo Tigres y luego el Sedanita, aunque regresarían al Atlante que, incorporado a la liga llamada Spaulding y luego Nacional, se lucía con un tricampeonato, de 1924 a 1927. Fue la primera vez que el Equipo del Pueblo recibiera un premio oficial: Diploma al equipo y Medallas a los jugadores.

En 1926 se realizarían en México los Juegos Centroamericanos, con la asistencia únicamente de atletas de Cuba y Guatemala. Las eliminatorias internas sirvieron como prueba deportiva para que Atlante ingresara a la máxima categoría: la Liga Mayor. Se venció a los equipos Toluca, América y ante el México se perdió una serie de tres juegos plagados de irregularidades. Como los extranjeros no trajeron futbolistas, la justa no incluyó a ese deporte, pero la Federación aceptó el ingreso atlantista en 1927, con Alfredo Pérez Medina como representante.

El uniforme cambió a rayas verticales azul y grana. Iniciaban las visitas de poderosos equipos extranjeros a los que únicamente el Atlante fue capaz de vencer: Sabaria de Hungría y Sparta de Chicago (1929), Sportivo Buenos Aires (dos veces, 1930), Bellavista de Uruguay (1931), Athletic de Bilbao y Libertad de Costa Rica (1935). Luego vendría una racha de derrotas internacionales que abarcaría desde 1936 a 1941. Jesús Salgado, de origen atlista (del Atlas de Guadalajara), fue presidente desde 1927 a 1936, siendo el primer gran organizador del equipo, al grado de que el Atlante tuvo una casa club en el centro de la ciudad.

El debut del Atlante en la Liga Mayor de la Federación fue el 9 de octubre de 1927, en el Parque Asturias, con empate a dos goles, ante el Necaxa. Seis atlantistas serían parte del equipo mexicano que inaugurara el I Campeonato Mundial de Uruguay en 1930. El primer gol mexicano fue obra del azulgrana Juan “Trompito” Carreño, que ya había sido autor del primer gol nacional en Juegos Olímpicos en Amsterdam 1928. El primer campeonato de liga local llegaría en la temporada 1931-32, luego de una disputada serie final, otra vez ante Necaxa.

Hacia 1936, principalmente por aspectos económicos, Salgado y el reportero Agustín González “Escopeta” convencen al tapatío José Manuel Núñez, entonces coronel del Ejército, cercano al presidente Lázaro Cárdenas y jefe de la Policía capitalina, de salvar al Atlante. El militar muy pronto ascendió hasta General y era Presidente Honorario del Atlante, mientras operaba Guillermo Aguilar Álvarez. El cambio fue radical. Los azulgrana prácticamente despidieron o retiraron a los veteranos indisciplinados que quedaban de la primera época gloriosa y se transformaron, al iniciar el profesionalismo, en un trabuco con los mejores jugadores disponibles, incluidos extranjeros como los hispanos Martín Valtonrá, Julio Munlloch y “Gavilán” García o el tico José Antonio Hutt, además del húngaro Luis Grocz como entrenador. La cereza en la formación de ese plantel fue la obtención del joven goleador Horacio Casarín, surgido en el Necaxa y tomado primero como refuerzo para una gira por Estados Unidos. Casarín fue un gran ídolo, que incluso inmortalizaría al atlantismo en el cine nacional como “hijo de Don Venancio”, que interpretara Joaquín Pardavé. Fue la época del surgimiento del clarín de órdenes anunciando “carga” y del mote de “Potros de Hierro”.

El Atlante lograría el campeonato en 1940-41. El siguiente torneo ganó la Copa y la primera edición del partido de Campeón de Campeones ante el España.

Para 1945-46, el equipo conjuntaría a la ofensiva más productiva de la historia, con 121 goles en 30 partidos, pero el campeonato lo ganó el Veracruz. Al año siguiente, llega al fin el primer campeonato de la era profesional, destacando la paulatina incorporación de Adalberto “Dumbo” López en la posición de Casarín y los aportes de los argentinos  Roberto Scarone y Mateo Nicolau, además del goleador tico Rafael Meza. El Atlante requería un empate en la jornada final, de visita, ante el sublíder León. Por una fiebre aftosa en el Bajío, el general Núñez logró que el partido se jugara en la capital, con resultado de 0-0 y campeonato azulgrana.

Un camino lleno de anécdotas y altibajos acompañaría al Atlante del general, que fuera dueño y presidente operativo hasta 1967, con un saldo de solo dos campeonatos de Copa, en 1950-51 y 1951-52. Del llano espectacular y glorioso a la institucionalización paulatina, al profesionalismo incipiente, al espectáculo de la posguerra, a una pauperización del Equipo del Pueblo.

Llegarían los seis cambios de sede, la época de dueños como Fernando González, la administración de la abundancia en tiempos gubernamentales, la incorporación de José Antonio García, el espectacular campeonato en Monterrey, la extraña comercialización de Alejandro Burillo, el campeonato en Cancún, otro amago de desaparición y el resurgimiento actual, en una Liga de Desarrollo, otra vez en la Ciudad de México. Pero todo eso, es otra historia que recordaremos en la siguiente entrega. Por lo pronto: ¡Adelante Atlante!

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