Badiraguato, la cuna de narcos que visitó López Obrador

Este domingo, el presidente Andrés Manuel López Obrador viajó tres horas y media desde el emblemático arco que anuncia la llegada a este municipio para ir al entronque que construye la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y que comunicará por primera vez los estados que conforman el llamado Triángulo Dorado.

Esta región, donde convergen los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa, es conocida por la siembra de marihuana y amapola, un precursor de la heroína; es pues, cuna de narcos.

Hace siete meses, fuerzas federales trataron de detener a Ovidio Guzmán, hijo del “Chapo”, en calles de Culiacán, sin embargo ante la reacción del crimen organizado, el gabinete de seguridad federal optó por dejar libre al hijo del capo y detener lo que sería un derramamiento de sangre masivo.

A lo largo del camino, que fue abierto para el presidente de la República, se podían apreciar puestos de vigilancia improvisados, vacíos, sillas que miraban a ambos lados de la carretera y cubiertos con mantas de plástico negra.

En esta ocasión no había personas ocupándolos, pero se podía presumir que eran habitados por vigilantes que sirven al cártel de Sinaloa.

“Puede que hayan sido advertidos de que venía el presidente y por eso no están ahí. Pero en un día normal es común verlos vigilando estos lares” comentó Augusto Sánchez.

Badiraguato es cuna de narcos, Caro Quintero es uno de sus “hijos predilectos” junto al “Chapo” Guzmán; hasta este lugar fue el mandatario federal a supervisar la obra histórica que comunicará dichos estados.

“Quisimos venir acá porque este es un camino importantísimo, ya lo saben ustedes, es comunicar Sinaloa con Chihuahua, Badiraguato con Guadalupe y Calvo, con Parral, es una carretera interestatal importantísima, complicada, porque se trata de la Sierra Madre Occidental”, señaló el Ejecutivo federal.

Al llegar a Badiraguato, es inevitable sentir la necesidad de andarse con cuidado. De no mencionar a los Guzmán Loera y mejor transitar aprisa por el lugar.

Para los habitantes de este municipio es más un tabú impuesto por quienes vienen de fuera, quienes ven en la figura del “Chapo” cómo un ser de cuidado y donde la ley no aplica.

-“Aquí es normal ver a su gente con armas hablar del cultivo de mariguana, para nosotros es un trabajo más”, comentó un vendedor de cocos con mariscos.

-“Quizá tú sí deberías tener cuidado con lo que preguntas y a quién lo haces, dijo y soltó una risa retadora.

-“¿Qué sabe de la mamá del Chapo?”, se le cuestiona.

-“La Patrona es buena y atenta, nadie se mete con ella. Está bien cuidada y amada”, dice.

En el camino para llegar al entronque de supervisión, el mandatario federal pasó por una brecha que llevaba a dos caminos, uno de ellos conducía hacia La Tuna, el poblado donde vive la madre del capo, a unos cinco minutos.

Poco tiempo después, se sabría qué López Obrador fue abordado por la madre de Guzmán Loera, a quien le interesaba saber si había recibido una carta.

El mandatario federal le confirmó que la había recibido y la señora Loera Pérez lo dejó ir.

“Nada más te saludo, no te bajes”, le pidió López Obrador.

No es la primera vez que el mandatario federal tiene un acercamiento con ella, la primera vez fue para solicitarle interviniera ante el gobierno de Donald Trump y se le otorgara una visa humanitaria para visitar a su hijo, que en ese momento estaba en un juicio y que a la postre fue condenado a pasar el resto de su vida en prisión.

Se sabe que el presidente turnó la petición a las autoridades estadounidenses, sin embargo ésta no fue atendida.

-“Ven, véngase”, le dijo Loera Pérez, a lo que el presidente de la República se limitó a decir que había recibido una carta, de misterioso contenido.

“Mañana”, se limitó a decir el presidente a los reporteros que querían saber detalles de su encuentro con la madre del capo.

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