Como el agua y el aceite

Como el agua y el aceite

Análisis a Fondo

 

Francisco Gómez Maza

 

· Entre el libre comercio y el proteccionismo

· El TLC le importa un alberjón al Imperator

A Trastabillando, sin rumbo y, lo peor, sin brújula, la “renegociación” del NAFTA, como le llaman los gringos, o TLCAN, en español, camina hacia el vacío.

El presidente Donald Trump no quiere el acuerdo comercial trilateral. Es más, rechaza el libre comercio. Es, por naturaleza, proteccionista, como un clásico plutócrata. Mas como perverso negociador, estira y afloja para llevar al otro a su redil, a su jaula y poder domarlo y, por el momento, refunfuña contra el canadiense Justin Trudeau; atiende sin ganas al grupo de “gutierritos” de Peña y se inclina, “entusiasmado”, como un lobo con piel de oveja, hacia López Obrador, lo cual, inclusive, ha posicionado al peso como la moneda más fuerte de la zona, hasta el momento. Pero que el nuevo presidente caiga en el garlito y se lo llevará entre las patas.

Pareciera que el único interesado en el comercio libre, en la llamada Norteamérica, fuera el peón peñista, Ildefonso Guajardo. Pregúntele a la gente del campo y le contestará que uno de los grandes factores que destruyeron al sector fue el TLC con Estados Unidos y Canadá. Ahora no hay autosuficiencia alimentaria, lo que ha llevado a la dependencia de poderosas trasnacionales de bandera estadounidense, a las que México, aún neoliberal, compra todo lo que de “alimentos” consumimos los mexicanos, sean o no transgénicos.

Y ahí van, cual peoncitos del Emperador, el otrora poderoso Luis Videgaray, quedado en aprendiz de canciller; Ildefonsito Guajardo, secretario de “Economía”, para dar sus lástimas al desprecio en Washington, mientras Trudeau se queda en casa porque, por el momento, Canadá no es de la gracia del Emperador del proteccionismo comercial, que no se cansa de imponer aranceles a todo el mundo en defensa de quién sabe quién, porque ya se le treparon la República Popular China y la Federación Rusa, dúo dinámico del momento.

No me explico por qué el presidente electo se involucra con el vergonzante equipo peñista, que no ha logrado imponer las condiciones mexicanas en esa tembleque renegociación, si actualmente, a un mes de haber arrasado con todos los partidos puede armar un equipo que, con inteligencia y experiencia diplomática, se enfrente a los embustes de Trump. Claro que hay personal de esos altos perfiles, entre la fauna de todos los colores. que se registró en Morena. Que a estas alturas del proteccionismo trumpiano, ya no sé si valga la pena mantener el tratado, que al final del día, el presidente estadounidense termina haciendo lo que le da su regalada gana. México ya probó de los encaprichados aranceles impuestos por el Emperador al acero y a otros productos mexicanos.

No se entiende, en este contexto, por qué Jesús Seade viaja a Washington con la pandilla peñista, de la que no tiene mucho que aprender, por no decir nada, Se percibe que el presidente electo designó Seade, encargado de la negociación, para seguir el juego que empezó Carlos Salinas en aquel fatídico 1994 y que pocos resultados ha dado a México, cuya economía, no sólo no ha salido del hoyo, presuntamente impulsada por el TLCAN, sino que se ha hundido cada vez más. Se suponía que, con el libre comercio, México alcanzaría el pleno empleo, porque esa es la meta de cualquier economía (capitalista), crear empleos para privilegiar el capital con el impulso del poder de compra de los trabajadores (como la Tienda de Raya porfirista). Pero este milagro no sólo no ha ocurrido, sino que, en el transcurso de los años, los empleos existentes se han venido depauperando inmisericordemente. Así que, aunque parezca un mortis peccatum, habremos de concluir que el libre comercio, y concretamente el TLCAN, es lo mismo que la vetusta y herrumbrada carabina de Ambrosio. Ojo, mi estimado Andrés. analisisafondo@gmail.com

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