Pervive en México más homofobia que el grito: “¡ehhh, puuutooo!” 

Pervive en México más homofobia que el grito: “¡ehhh, puuutooo!” 

Balón Cuadrado

Jesús Yáñez Orozco

Homofobia y machismo caracterizan a La Federación Mexicana de Futbol. Así ha sido históricamente. Y así será. Con el valor agregado de que es un apéndice de la familia Azcárraga, dueña de la poderosa Televisa, hace 60 años. Sataniza y hace escarnio, en sus programas de entretenimiento y noticiosos, las diversas preferencias sexuales. Su pensamiento, del medioevo, es conciencia nacional.

Como cualquier organización de derecha o ultraderecha, al amparo de la iglesia católica –Televisa/Femexfut — protege los “valores familiares”.

Hacen púlpito de sus sets y discrimina la diversidad sexual con el pretexto del balón.

Impensable la palabra homosexualidad en su diccionario. Por eso acepta a regañadientes al Tri Gay cuando participa en eventos internacionales.

Futbol sólo es privilegio de heterosexuales.

“El juego del hombre”, lo llamaba Ángel Fernández, desaparecido cronista de Televisa.

Por eso, la misión de la Selección Mexicana de Futbol de la Diversidad Sexual, Tri Gay, A.C., es “incluyente, a favor de la no discriminación, el respeto, la salud, la cultura y el desarrollo comunitario mediante programas deportivos, lúdicos, artísticos, culturales, sociales, educativos, de salud y comunicación para generar un cambio en el entorno ayudando a generar una sociedad más justa y humana.”

Objetivos impensables en los dueños del balón en México.

Y por eso, con su estruendoso silencio, la Femexfut –que encabeza Yon de Luisa, empleado de esa televisora, de acuerdo con versiones de prensa–, se convirtió en cómplice del asesinato de Marbella Ibarra.

Inigualable promotora del balompié femenil profesional, su cuerpo apareció con señales de tortura el 12 octubre, cerca de la fronteriza ciudad de Tijuana. Ese día se disputaba el juego amistoso de la Liga MX, Xolos y Dorados, de la Liga de Ascenso, que dirige Diego Armando Maradona. Tenía 46 años de edad.

“La directiva del club fronterizo guardó silencio, la FMF y la Liga Mx Femenil no emitieron palabra, sin duda bajo la premisa de que ella no era afiliada”, escribe el diario La Jornada en su columna semanal que publica los lunes.

Mar, como era conocida, se convirtió en un candente dígito más de la fría estadística de mujeres asesinadas en México: más de 10 mil durante el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto que finalizará el próximo 1 de diciembre.

Si bien existe una participación desigual entre mujeres y hombres en la práctica de algunos deportes o en la realización de ejercicio físico, a nivel profesional, ellas han logrado espacios en diversas disciplinas deportivas, publicó el Instituto Nacional de las Mujeres en su informe de enero de 20018.

Porque, agregó, “traspasando barreras basadas en estereotipos de género, que limitaban su participación en varias de las justas deportivas asignadas tradicionalmente a los hombres”.

Leonardo Cuéllar, ex técnico de selecciones femeniles, y quien dirige al equipo América de mujeres, uno de los clubes más populares del futbol mexicano, opinó, desde un embozado machismo y homofobia que Mar era una “heroína anónima”.

“¿Anónima?…”, interroga el diario, bajo la firma de la periodista Marlene Santos Alejo, con más de 30 años como reportera de deportes, especializada en futbol.

Respondió a Cuéllar, ex jugador de Pumas:

“¡Qué va! ¡Tiene nombre y apellido!, ¡y una maravillosa historia que FIFA y el mundo entero deben conocer! Su herencia, lo reconozcan o no, es fenomenal, al punto de que hoy casi todos los equipos de la liga femenil tienen a algún elemento que fue forjado por ella”.

El 6 de julio de 2017, el diario The New York Times publicó una bofetada con guante blanco a la homofobia del balompié nacional. Publicó un amplio reportaje sobre dos jugadoras mexicanas, Bianca Sierra y Stephany Mayor, que  militan en el futbol de Islandia.

La historia, firmada por Raúl Vilchis,  causó revuelo mundial.

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(Bianca Sierra y Stephany Mayor historia de amor a siete mil kilómetros de distancia de la Femexfut)

Mayor y Sierra querían poder jugar en el mismo equipo sin dejar de ser pareja. Impensable en México. La primera es delantera, y la segunda juega en la defensa.

“Posiblemente sean las primeras atletas profesionales abiertamente homosexuales de México y, definitivamente, son las primeras personas de la selección –varonil o femenil– que han discutido su orientación sexual. Ambas han representado a México en competencias internacionales y fueron parte de la selección que disputó la Copa del Mundo de Canadá 2015”, detalló NYT.

Sin embargo, tuvieron que dejar su hogar y mudarse a más de siete mil kilómetros para sentirse aceptadas.

De acuerdo con el diario neoyorquino, “dijeron que en México se enfrentaron con un poderoso director técnico –Leonardo Cuéllar al que nunca mencionan– que les ordenó que escondieran su relación, así como con una cultura en la que los fanáticos del deporte han obviado las multas que conlleva lanzar un grito homofóbico. Cuando Sierra y Mayor revelaron su relación, al publicar fotos en redes sociales en las que anunciaban su amor, fueron víctimas de acoso en línea.”

Poco después deciden mudarse al balompié islandés.

Para Marlene Santos, a Marbella Ibarra primero “la mató” la homofobia de la Liga Mx Femenil. Incansable, entusiasta y emprendedora, la acapulqueña afincada en Tijuana realizó una labor titánica prácticamente de la nada.

Siempre enamorada del balompié batalló durante años por un proyecto: el de una liga de futbol femenil en México, la cual, cuando se cristalizó en 2017, la excluyó de la manera más vil e ingrata; ella, invencible, se rehizo y emprendió nuevos caminos, siempre con el balón en los pies.

Pero dejemos que Marlene Santos explaye su indignación por el asesinato de Mar, espejo de la intolerancia social:

Marbella tenía ojo clínico para detectar talento, tanto así que algunas de sus pupilas llegaron a selección nacional. Rescató para el deporte a muchas chicas tijuanenses, algunas madres solteras o en situación de pobreza, y les aconsejaba llevar a la par estudios académicos.

La batalla principal en su cotidiana labor fue por el dinero y se las ingeniaba para conseguirlo, primero mediante su estética, cuyo nombre trasladó al equipo de sus inicios: Isamar FC. Hacía rifas y mil malabares para financiar todo lo que exige practicar un deporte, empezando por los uniformes.

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Sembró en sus jugadoras valores como el sacrificio y la disciplina, y no se cansaba de explicar a los padres de las más jóvenes que sus hijas no eran marimachas por el hecho de gustar del futbol.

Reía al recordar la reflexión de las chicas en esas horas matutinas, cuando ni el sol despuntaba y ellas ya estaban ahí, entrenando a las cinco de la madrugada, sin aspiración a paga alguna, ¡por el puro placer de patear un balón! 

“Teníamos que estar locas”, decía la también abogada que en 2014 pidió una entrevista con Juan Ignacio Palou, directivo del equipo Xolos, para proponerle una sociedad de trabajo.

Palou aceptó e Ibarra convirtió al equipo Isamar en las Xolas, las inscribió a la estadunidense Women’s Premier Soccer League quedando en tercer lugar. No fue posible continuar porque los equipos del vecino país rehusaban visitar su cancha con el argumento de la inseguridad que priva en Tijuana.

Con todo este trabajo detrás, resulta fácil imaginar el entusiasmo y la alegría que invadió a Mar al anunciarse la Liga Mx Femenil, era su máximo sueño en vías de cristalizarse. Con renovado brío acentuó el trabajo en fuerzas básicas y se movilizó para conseguir becas a algunas jugadoras en universidades de Estados Unidos.

Pero Marbella se estrelló contra la homofobia y el machismo.

 Por decisión de Palou o de Jorgealberto Hank o de Jorge Hank, fue relegada a directora deportiva en marzo de 2017 y casi forzada al retiro.

El club tijuanense explicó: Nosotros teníamos un equipo femenil que lo manejaba ella. Marbella nos pidió chance de usar las instalaciones, el uniforme; nosotros le dimos chance, pero no era un equipo profesional ni nosotros le pagábamos a ella. Le dimos todos los beneficios del club, pero cuando se hace la Liga femenil contratamos a Andrea (Rodebaugh) como entrenadora.”

Rodebaugh se quedó con la mesa puesta y poco después Marbella alzó la cara y se despidió del club:

 “El motivo principal es un proyecto largamente buscado para mi crecimiento profesional, porque hay instancias que no podemos desperdiciar (…)”, fue su versión pública, pero en entrevista con La Jornada, se sinceró.

“Ya no estoy en Xolos, nos dieron las gracias (…) Hay cosas más homofóbicas (que el grito de ‘eh, puto’), como lo que están haciendo con las jugadoras. No quiero entrar en ese tema porque no quiero que me tachen de grilla”. 

Mar pidió discreción, pero hoy es urgente clamar su verdad.

Ibarra confirmó denuncias de chicas que habían pedido el anonimato. Reveló que hubo despidos de jugadoras por sus preferencias sexuales y algunas decidieron continuar bajo la condición de ocultar su naturaleza.

“Yo me salí porque no quiero ser parte de esa restricción, de ese abuso. Les piden callarse y no se me hace justo (…), uno tiene sus valores, su ética”, explicó indignada.

Aseguró que la Federación Mexicana de Futbol (FMF) había enviado un machote que debían firmar las jugadoras donde dice que “si salen embarazadas se rompe el contrato… Hay situaciones que no entiendo, no comprendo…”

Mentalidad cavernaria de los barones del futbol mexicano y la afición.

Y así seguirá.

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