UN NUEVO CAMPO DE LOS SUEÑOS EN CALIFORNIA: El Estadio SoFi, la sede del Super Bowl LVI

UN NUEVO CAMPO DE LOS SUEÑOS EN CALIFORNIA: El Estadio SoFi, la sede del Super Bowl LVI

El partido más importante del año, donde se disputa el campeonato de la NFL, el Super Bowl LVI, es todo un atractivo desde muchos puntos de vista, incluso el deportivo, económico y hasta estético.

Por: Daniel Velázquez Ramírez

Esta vez se enfrentan dos equipos particularmente coloridos: los Carneros de Los Ángeles, los primeros que agregaron el famoso logotipo de los cuernos curvos en el casco y que han sido azules, blancos, dorados y ese amarillo “emergencia” que hoy representa a los campeones de la Conferencia Nacional. Enfrente, otra escuadra con un diseño muy particular en el casco: rayas negras y naranja, propias de los tigres de la zona de Bengala, en el Indostán asiático, pero recordando que el zoológico de Cincinnati es la instalación que posee más ejemplares de esta especie en el mundo.

Entre las renovadas Mil y Una Noches que representa comentar los aspectos estadísticos, atléticos, históricos o hasta míticos que rodean al Gran Juego en cada edición, esta vez destaca el enorme complejo deportivo y comercial que alberga al palacio-estadio SoFi. La arena de los modernos gladiadores, que viven una realidad que parece fantástica a la luz de los mejores reflectores de todo el mundo, ante la pericia deportiva impactante de los máximos atletas del orbe; de las cámaras cada vez más sofisticadas para reforzar el ritmo comunicativo más acorde a la televisión, y su desarrollo comercial que cualquier otro deporte hubiera podido alcanzar.

Más allá de pandemia o de cualquier forma de conflicto, la NFL se mantiene en la cúspide del deporte como espectáculo y negocio, manejando una nueva forma de religión mundial que es dueña de los domingos, de los momentos de ocio y reflexión del hombre actual. Desde las zonas más ricas del primer mundo dominadas por el capitalismo, hasta los guetos de los cinturones de miseria de las grandes ciudades, incluyendo por supuesto, las contrastantes características de nuestros jóvenes tercermundistas, vemos: idolatría, entretenimiento y hasta fanatismo por un deporte apropiado a fuerza del imperio manipulador de las comunicaciones, logrando transferencias sociales y sicológicas inverosímiles.

Las grandes civilizaciones de la historia construyeron pirámides, templos, murallas, palacios. Hoy, la NFL construye estadios.
El SoFi representa otro gran valor actual: el dinero. Es el estadio más costoso por el momento, en el que se han invertido 5 billones de dólares en cuatro años, con la intervención de 11 mil trabajadores. Sus espectaculares características lo convierten en una de las maravillas arquitectónicas de nuestro tiempo. Se construyó con la intención de recuperar comercialmente a la zona de Hollywood Park, en Inglewood, a 6 kilómetros del aeropuerto internacional de Los Ángeles. El solar fue sede de un hipódromo y se usó como pista parra carreras de autos y motos; conserva el afamado Forum, lugar de espectaculares promociones del griego George Parnassus y que encumbraran a peleadores mexicanos tan peculiares como Rubén “Púas” Olivares. La intención actual es mantener y renovar esa reliquia de la historia deportiva del pugilismo.

Tiene ahora un lago artificial con pequeñas cascadas simétricas, peces, plantas acuáticas y hasta patos. Todo el complejo luce grandes zonas de vegetación, inspiradas originalmente en el continente africano, en combinación con diversas áreas de xerofitas y grupos de palmeras que se fueron adaptando, representando actualmente diversas zonas del Estado de California, el Estado Dorado.

El estadio luce hundido, por lo que las excavaciones iniciales alcanzaron la profundidad de 60 metros, rodeadas por un foso de 30 metros de ancho que sirve de base específica para una serie de 37 impactantes columnas antisísmicas y vigas que sostienen 3500 losas y 35 mil paneles de aluminio perforado, en prevención de posibles problemas originados en la muy cercana falla geológica que atraviesa de Newport a Inglewood. Las columnas sostienen un techo formidable, isométrico, en forma de moderna velaria, cuyas puntas representan los accesos hacia los cinco pisos de gradas. La zona circular central del techo está formada por paneles de 60 por 60 pulgadas, fabricados de un moderno material plástico, capaz de dejar pasar la luz solar, usarse como pantalla para proyectar imágenes visibles desde las aeronaves, e incluso abrirse en forma individual y así aprovechar la circulación del fresco aire californiano. El estadio no es hermético, permite la entrada y salida de aire en todo el enorme pasillo circular que conduce a los pisos superiores de las gradas a la altura de la calle y, por dentro, a nivel de la maravillosa pantalla de 360 grados de imagen 4K y sonido envolvente. El Oculus Screen de la compañía Samsung aporta 70 mil pies cuadrados de 80 mil paneles LED que se traducen en 80 megapixeles. Es mayor que el campo de juego a lo largo y a lo ancho.

La capacidad es de 70 mil aficionados, aunque puede ampliarse a cien mil si se usa la zona del terreno de juego para aficionados a pie. Se requiere una aplicación propia para mantenerse ubicado en el estadio, como para no perder el auto en una zona que puede contener 53 mil autos estacionados. Se menciona que trabajan 30 mil empleados en un día de partido. Existen 260 palcos de lujo y 13 mil asientos son de tipo premium, mientras la oferta gastronómica abarca 20 firmas de restaurantes.

También existen, por supuesto, enormes tiendas de artículos deportivos, que en la temporada han compartido los Rams con los Chargers, pero para el fin de semana del 13 de febrero se desbordarán con souvenirs del Super Bowl LVI, Rams vs Bengals. De las construcciones anexas destacan una enorme plaza para eventos al aire libre, un edificio de oficinas de comunicación de la NFL junto al lago, además de un hotel con 300 habitaciones y un teatro con funciones continuas cuyo cupo es de seis mil espectadores.

Ese es el nuevo campo de los sueños, la nueva maravilla del mundo moderno donde los Carneros, aunque locales, no podrán usar la cancha para entrenar o el hotel para hospedarse, dejando la localía en una anécdota administrativa.

Admiremos el maravilloso espectáculo deportivo y su famoso anexo artístico de medio tiempo, en este año dedicado a representantes del rap como expresión urbana; pero disfrutemos igualmente el fabuloso marco que hará lucir a: jugadores, artistas y hasta espectadores, aquél que es ya un hito en la historia de las obras de la humanidad. Un gran protagonista, que también, marcará tendencias para el futuro del icónico y anhelado fin de semana anual, el del Super Bowl.

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